Carmen Monedero Mateo
Es la mirada en su más amplio sentido, ya que incluye la escucha, el olfato, el tacto así como muchos otros sentidos, la que va a contribuir al anclaje de toda esa sensorialidad dispersa y no organizada, en la constitución de un yo incipiente que irá metabolizando el complejo e intenso mundo emocional, fuente de placer y diplacer y que le abrirá al mundo de los afectos para, de este modo, ir construyendo un psiquismo que vaya integrando elementos que permitan la constitución de su identidad.
Es también esta actividad “maternal” y contenedora la que se activa en nuestro trabajo como terapeutas cuando en la sesión se va produciendo una transformación de múltiples elementos incomprensibles existentes en el interior de los pacientes en otros comprensibles a través de su comunicación pudiéndose así ir integrando.
Estos elementos incomprensibles proceden en una gran parte de la sensualidad arcaica, concepto que define el mundo primario de sensaciones y percepciones placenteras y displacenteras
La mirada en su sentido metonímico, pues abarca la escucha, el olfato, el tacto y muchos otros sentidos es una de las herramientas esenciales en la tarea terapéutica y se activa en el mismo instante en el que se realiza el encuentro con un paciente que viene a nuestra consulta en busca de ayuda y consuelo para un padecimiento psíquico del que no conoce de donde viene, porqué surge y cuál es la razón por lo que ha comenzado a sentir que no puede con la vida, que no es capaz de emprender el día con la energía que contaba o que vive atrapado en el terror, la confusión, la indiferencia emocional ante los demás o el rechazo por sentir de forma diferente, tener una percepción del mundo diferente, ver diferente, y que, debido a ello, la mayoría de las veces recibe incomprensión, cuando no agresión o incluso violencia, generando en él desesperación al no entender lo que sucede tanto en el mundo de fuera como en el de dentro, en su propia intimidad.
Pues bien es de esta intimidad, concepto debatido y trabajado por el psicoanálisis, de lo que nos ocupamos junto a ellos, adentrándonos en esa intimidad salvaguardada por sus defensas y desconocida por ellos mismos.
La mirada entra en juego con nuestra presencia y en este delicado cometido y si el paciente recibe a su través un mensaje de aceptación, comprensión y contención hacia el mundo inconsciente donde anidan las pasiones más ignotas y temidas, nacerá el interés y la esperanza en poderlas escudriñar y así podremos entablar una alianza para ir generando un vínculo que permita ir en busca de un conocimiento que le ayude a discriminar, conocer y transitar por lo desconocido y así ir liberándose de las cadenas inconscientes de desconocimiento, duda y confusión labradas a lo largo de su existencia, muy importantemente en los orígenes de la misma.
Nuestra tarea como terapeutas consiste en acompañarlos, caminar con ellos, y poner a su disposición una mirada sostenedora de las desconocidas turbulencias internas que irremediablemente van a aparecer cuando iniciamos una terapia.
La mirada es de un inestimable valor como herramienta en la fascinante tarea de descubrir el inconsciente en la terapia.
Por su especificidad, forma parte de la transmisión de la técnica y elección de intervenciones terapéuticas que se han cuidado en el Master UAH-IEP.